lunes, 20 de abril de 2009

Las paradojas de un himno fundacional

Naufragar. Cantada como sea —al borde del "Socorro" por Tanguito o surfeando armonía de bossa como aquel Nebbia adolescente— la palabra clave de La balsa resumía un programa generacional. Existen varias versiones de cómo este término naútico se vuelve el Abrete Sésamo del rock argentino en 1967. Por empezar, formaba parte del neo-lunfardo que se oía entre nuestros primeros rockeros (Javier Martínez, Moris, Tango, Pajarito Zaguri, Nebbia, Pipo Lernoud). Todos nómades de bares (el baño de La Perla podía hacer de sala de ensayo) y plazas (el arenero de Plaza Francia, de dormitorio) que se bautizaron "Náufragos".Para Lernoud, en esa idea de flotación y deriva resuena Mañana nunca se sabe (del Revolver beatle, 1966) con su "Apagá tu mente, relajate/ y flotá corriente abajo". "Naufragar es quemar los días, charlar incansablemente en un café, salir de la rutina, quebrar las barreras del tiempo", explicaba Nebbia. Para Zaguri, tras La balsa está La barca, bolero donde José Feliciano cantaba: "...tu barca tiene que partir/ a otros mares de locura/ cuida que no naufrague en tu vivir". El proyecto era propagar el naufragio como forma de vida. Según figuraba en el último LP de Los Gatos: "La música de rock es la llave que abrirá las puertas de la sensibilidad cerrada de nuestro tiempo". ¿Pero cómo fue que esa idea de una elite de bohemios pre-hippies se había vuelto popular, que hasta aquéllos que eran "víctimas de la rutina" podían comprarla? ¿Cómo una ideología contracultural podía tornarse masiva vía un sello comercial? He aquí una paradoja inaugural del rock argentino, la que se repitió cuando La rubia tarada se bailó en New York City o cuando Revelde (La Renga) fue un hit de FM y así... Desde La balsa, el rock argentino representó ese "grito del lugar en que nací", sobre el que Nebbia canta en No fui hecho para esta tierra (1970). O sea, una tensión entre las ganas de escapar y las de pertenecer. Tensión que también se refleja a nivel musical (ya en la frase "rock nacional", ¿no?): en la tapa de 30 minutos de vida (70), Moris cuenta que Creedence le suena con la "naturalidad" de un tango. No sólo de importar una música anglo se trataba, sino de crear una contracultura versión criolla. Luego, el programa anti-sistema será más dogmático en Manal (No pibe) o más poético en Almendra (Figuración), pero los deseos de un individuo libre en una sociedad más libre eran los mismos. Hoy que se navega más en Internet de lo que se naufraga en plazas, que el rock es auspiciado por el Estado y responde a un temario esperable, aquella irrupción de La balsa suena a "grito sagrado". A himno.

Pablo Schanton

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